GUÍA SOBRE EDUCACIÓN AFECTIVO-SEXUAL PARA MENORES

La sexualidad es la forma que cada uno tiene de sentir, pensar, relacionarse, expresarse y comportarse como mujer y como hombre a lo largo de la vida. Tenemos sexualidad desde que nacemos hasta que morimos aunque se vive y se manifiesta de forma distinta en cada etapa de nuestra vida. Es un aspecto más de la personalidad.

La finalidad de la sexualidad tiene tres dimensiones que suelen estar mezcladas entre sí:

  •  Reproducción: para tener hijos cuando así se desee libremente y de forma responsable.
  •  Placer: para disfrutar, sentir placer, relajarse, descargar tensiones, sentir bienestar.
  • Comunicación: para dar y recibir cariño, manifestar ternura y expresar lo que sentimos en las relaciones.

En la PUBERTAD (entre los 9 y los 12 años) los chicos y las chicas empezáis a experimentar cambios a varios niveles:

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También experimentarás cambios emocionales:

  • Cambios de humor. A veces no sabrás qué te pasa ni por qué de pronto estás de buen humor para, al cabo de un rato, sentirte tremendamente triste y abatido/a. No te preocupes, es normal y tiene que ver con los cambios hormonales a que estás siendo sometido/a.
  • Ansiedad y tensión.
  • Actitudes defensivas. Tiene que ver con no saber qué está pasando, lo que hace que estés confundido/a y te pongas a la defensiva ante comentarios que interpretas invasivos, sobre todo si vienen de figuras de autoridad (padres, profesores, hermanos mayores).
  • Preocupación en torno al propio cuerpo. Estás muy pendiente de tu aspecto físico porque estás empezando a interesarte por el sexo opuesto y quieres aparecer agradable ante ellas/ellos. Eso está bien, pero sin exagerar ni adoptar comportamientos ante la comida que puedan llevar a enfermarte, ya que es necesario, y ahora más que nunca, que estés bien alimentado/a y hagas ejercicio de forma regular para desarrollarte adecuadamente y que tu cerebro funcione de forma adecuada.

En la ADOLESCENCIA se empieza

Se empieza a mantener interés por los aspectos sexoafectivos y la propia sexualidad. Actualmente los/as adolescentes empiezan antes a tener contactos sexuales. Sin embargo, por lo general, la información que se tiene sobre sexualidad en esta etapa de la vida es más bien escasa e inadecuada. Es muy importante que recurras a personas adultas de tu entorno que te inspiren confianza (padres, tíos, profesores…) ante las dudas que te surjan, que seguro serán muchas. Ellos ya pasaron por esa etapa y podrán echarte una mano, aconsejarte y alertarte también sobre los posibles peligros y responsabilidades.

Debes estar informado/a sobre los distintos MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS, de sus ventajas e inconvenientes. Si esta información no la has obtenido del centro educativo al que acudes, pregúntale a tus padres o pide información en cualquier centro de Planificación Familiar de tu zona. Es muy importante que estés informado/a también de las enfermedades de transmisión sexual para saber cómo prevenir y asegurar tu salud. Tienes que saber diferenciar entre los métodos para prevenir un embarazo no deseado y los métodos para prevenir una enfermedad de transmisión sexual (venéreas y SIDA).

La MASTURBACIÓN es un aspecto más de la sexualidad de cada persona y no es negativa a no ser que lo hagas de forma compulsiva, te genere sentimientos de culpa y lo utilices para “tapar” otros problemas.

GUÍA SOBRE TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN PARA PROFESIONALES

Hasta hace relativamente pocos años, estos trastornos se consideraban excepcionales. Sin embargo, en la actualidad cada vez es más frecuente conocer casos de niños/as y adolescentes que padecen Trastornos de la Alimentación. Por otro lado, cada vez son niños/as y jóvenes con menos edad quienes los padecen.

Los profesionales que estáis en contacto con niños/as y adolescentes (profesores, médicos de atención primaria y pediatras, principalmente), debéis conocer estos trastornos y saber identificarlos para así poder ayudar a quien lo padece y a su familia. El tratamiento de estas enfermedades tiene que ser multidisciplinar e incluir activamente a la familia del/la afectado/a.

LA ANOREXIA NERVIOSA

Se caracteriza por una restricción en la ingesta calórica que el/la adolescente que la padece lleva a cabo de forma muy pautada, conociendo muy bien las calorías de todos y cada uno de los alimentos. Algunos signos característicos de estos/as chicos/a que pueden hacer sospechar un trastorno de este tipo son:

  • Normalmente estos/as chicos/as suelen encontrarse por debajo del límite de peso aceptable para su estatura, edad y complexión física.
  • Suelen llevar ropas anchas o prendas atados a la cintura.
  • Hace comentarios despectivos respecto a su aspecto físico.
  • Reducción de peso significativa en poco tiempo.
  • Aspecto demacrado y expresión de tristeza.
  • Le cuesta concentrarse en las tareas escolares y parece “en otro mundo”.
  • Desaparición de la menstruación en las chicas.

LA BULIMIA NERVIOSA

Se produce cuando la persona, obsesionada por adelgazar, ingiere con frecuencia grandes cantidades de alimentos, lo que representa para ella una contradicción y una sensación de pérdida de control, voluntad y Autoestima. Estos sentimientos intenta compensarlos con la provocación del vómito tras la ingesta. Los signos más significativos de la Bulimia Nerviosa son:

  • Obsesión intensa por comer, lo que provoca pérdida de atención, de relación con los demás, depresión y cambios en la personalidad.
  • No suele haber variaciones significativas en el peso.
  • En algunos casos pueden aparecer heridas o callosidades en los nudillos producidos por provocarse los vómitos metiéndose los dedos en la boca.
  • Se pueden producir intentos de suicidio, autolesiones, intoxicaciones etílicas, robos o desinhibición sexual y, en general, descontrol de impulsos.

La prevención para tratar de evitar que los/as chicos/as caigan en este tipo de trastornos va encaminada, principalmente, a ayudarles a tener unos niveles aceptables de Autoestima. Por tanto, esta labor es abordable sobre todo por profesores/as, educadores/as, monitores/as de tiempo libre… y puede ir en la línea de:

  • Tú ya eres importante por ser quien eres. Eres único/a y especial. Con tus puntos fuertes y débiles pero nunca te sientas inferior a nadie. Puedes ser capaz de cualquier cosa que te propongas si de verdad le pones empeño.
  • Está bien tratar de cambiar aquellos aspectos de nosotros mismos que no nos gustan pero sin obsesionarnos. Mucho menos si para ello tienes que poner en riesgo tu salud.
  • Estás en una etapa de tu vida en que alimentarte adecuadamente es muy importante para tu desarrollo físico e intelectual. Para que tu cuerpo y tu cerebro puedan funcionar bien, es necesario que comas de todo y en las cantidades adecuadas. De lo contrario, puedes sufrir secuelas difíciles de recuperar.
  • El aspecto externo es importante, sobre todo en la edad de la Adolescencia porque se intenta tener un aspecto agradable para gustar. Sin embargo, es mucho más importante ser una persona con quien los/as demás se sientan cómodos, escuchados, entendidos y con unos valores sólidos.
  • Si consideras que no te encuentras del todo cómodo/a con tu aspecto y estás preocupado por tu peso, debes recurrir a un profesional de la salud. Habla con tus padres para que te acompañen al Médico de Familia. Este/a profesional te valorará y, si fuera necesario, te pondría una dieta controlada.
  • No te creas los mensajes publicitarios que tratan de venderte una imagen externa perfecta. No existe. Quieren manipularte para vender sus productos porque saben que estás en una etapa de tu vida muy vulnerable.

Si el profesional que está en contacto con el/la menor tiene sospecha de que puede existir un trastorno de cualquiera de estos dos tipos, debe ponerlo en conocimiento de la familia y del/a propio/a chico/a para abordarlo de forma conjunta y coordinada con el resto de profesionales que deberán estar implicados (médicos, psicólogos y profesores), ya que es la única forma de enfrentarlo y encontrar el tratamiento adecuado en cada caso.

GUÍA SOBRE TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN PARA PADRES

En la adolescencia aparece una preocupación casi constante por ser aceptado por los demás, así como una mayor sensibilidad a los mensajes que se transmiten desde el exterior, por ejemplo la importancia de la imagen física. Esto unido a una baja Autoestima, una incapacidad para resolver los problemas de forma adecuada y una determinada estructura de la personalidad (auto exigencia, necesidad de control, búsqueda de perfeccionismo…), puede determinar la aparición de ciertos trastornos alimenticios como son la ANOREXIA y la BULIMIA.

ANOREXIA NERVIOSA:

La Anorexia es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por dejar de comer con el único fin de adelgazar. Generalmente afecta a mujeres entre los 12 y los 19 años pero también se da en adolescentes masculinos y adultos.

Podréis saber si vuestro/a hijo/a tiene este problema si:

Pierde demasiado peso de manera muy rápida.Tiene una preocupación constante por hacer dieta porque tiene mucho miedo a ganar peso.
  • Usa laxantes y diuréticos en abundancia.
  • Aumenta el ejercicio físico, pudiendo llegar a la hiperactividad.
  • Tiene una imagen distorsionada de su cuerpo, viéndose gordo/a aunque esté extremadamente delgado/a.
  • Las chicas pueden presentar ausencia de la menstruación.
  • Es perfeccionista y muy exigente consigo mismo/a.
  • Experimenta fuertes sentimientos de soledad, depresión, inseguridad y aislamiento social.
  • Presenta frecuentes cambios de humor.
  • Miente respecto a lo que come, diciendo que ha comido más de lo que realmente ha comido y puede tirar y/o guardar la comida.

BULIMIA NERVIOSA:

La Bulimia es un trastorno de la alimentación que se caracteriza por episodios en los que, de forma recurrente e incontrolada, se consume gran cantidad de alimentos con alto contenido calórico en muy poco tiempo. La constante preocupación por no ganar peso hace que tras esos atracones, la persona se sienta muy culpable y se provoquen vómitos, utilicen laxantes y diuréticos y practiquen ejercicio físico de forma excesiva.

Los atracones se producen ante períodos de estrés y van acompañados de ansiedad, estado de ánimo depresivo y sentimientos de culpa durante y después de los atracones.

Podemos saber si un/a adolescente es bulímico/a si:

  • En apariencia su peso es normal pero puede engordar y adelgazar en poco tiempo.
  • Tiene una preocupación excesiva por su imagen corporal.
  • Hace dietas muy restrictivas y hay un incremento en el ejercicio físico que realiza.
  • Se da atracones de comida de forma incontrolada y en secreto.
  • Se provoca vómitos.
  • Puede tener problemas dentales o presentar marcas en los dedos al provocarse el vómito de manera tan constante y reiterada.
  • Consume laxantes y píldoras dietéticas.
  • Presenta estados de ansiedad e inquietud y sentimientos depresivos.
  • Tiene dificultades para establecer relaciones sociales.

Para prevenir este tipo de trastornos, es importante tener en cuenta que:

  • Vuestro/a hijo/a necesita sentirse querido y aceptado tal cual es. No hagáis comparaciones con otros/as niños/as o adolescentes porque lejos de servirles para superarse, les disminuye su Autoestima y les hace más vulnerables.
  • Sed ejemplo para ellos alimentándoos de manera saludable y haciendo ejercicio de forma regular. Enseñadles que el momento de la comida es agradable para compartir familiarmente experiencias y buscad momentos para hacer ejercicio con ellos/as.
  • No utilicéis la comida como premio o castigo ante una conducta que queráis modificar en vuestros/as hijos/as.

Cualquiera de los dos trastornos necesitan una intervención médica y psicológica. Por tanto, si vuestro/a hijo/a manifiesta el deseo de perder peso, es importante escucharle. Tal vez tenga razón y podría perder algún kilo, pero siempre bajo supervisión médica.

Si creéis que vuestro/a hijo/a puede estar sufriendo un trastorno de este tipo:

  • Es importante que habléis con él para convencerle que necesita ayuda. Él/ella solo/a no va a poder salir de ello. Los Trastornos de la Alimentación son problemas a los que nos podemos enfrentar con especial énfasis en la adolescencia y van más allá de la alimentación.
  • Acudid con él/ella al Médico de Familia (Médico de Cabecera de la Seguridad Social) para que le valore y derive a los profesionales indicados e iniciar el tratamiento.
  • Hacedle entender que no es culpa suya lo que le está ocurriendo y que vais a apoyarle en todo momento. Es vuestro deber y obligación y vais a hacerlo porque le queréis.
  • Fomentad otras áreas de focalización o actividades que podéis hacer y que puede hacer vuestro/a hijo/a.

GUÍA SOBRE TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN PARA MENORES

Estar bien alimentados es esencial en todas las etapas de la vida pero principalmente en aquellas en que tu organismo experimenta cambios, como en la pubertad y la adolescencia. La forma en que te alimentas está directamente relacionada con la salud, ya que una dieta equilibrada es fundamental para llevar una vida sana y feliz.

Es muy importante que sepas que en relación a la alimentación existen problemas muy graves y serios que pueden llegar a poner en peligro tu vida. Estos trastornos son, por ejemplo, la anorexiay la bulimia. Los chicos y chicas adolescentes estáis constantemente bombardeados por los medios de comunicación por mensajes falsos que reflejan que la única forma de ser feliz y obtener éxito a nivel social es estar delgados/as. No te dejes engañar porque es una forma de utilizar a los/as jóvenes para “vender” su mercancía. Tú vales mucho más. Queremos que conozcas en qué consisten estos trastornos para que seas capaz de identificarlos si alguien a tu alrededor sufre por ellos, o incluso tú mismo/a, y puedas luchar contra ellos.

Los síntomas más llamativos de la ANOREXIA NERVIOSA son:

  • No te sientes a gusto con tu cuerpo y has pensado que si adelgazaras te encontrarías mucho mejor contigo mismo/a y tu vida iría mejor en todos los demás aspectos.
  • Has empezado a quitar de tu dieta los dulces, el pan… has tomado laxantes porque has oído que te ayudan a “eliminar”, has empezado a hacer ejercicio para “quemar” grasas y estás constantemente en movimiento.
  • Estás constantemente pensando en perder peso y la idea de engordar te atemoriza. Todo en tu vida gira en torno a esta idea.
  • Asocias delgadez con felicidad y con éxito social y personal.
  • Estás aprendiendo a ingeniártelas para que los adultos de tu alrededor crean que estás comiendo adecuadamente.
  • Cada vez que te miras en el espejo te ves gordo/a, incluso cuando la báscula te dice que pierdes peso aceleradamente. Tu autoevaluación está distorsionada por la enfermedad. Esto es así porque cuando no nos alimentamos adecuadamente, nuestro cerebro deja de funcionar con normalidad a todos los niveles, por esta razón te cuesta mucho más concentrarte en los estudios para obtener los mismos resultados que antes.

LA BULIMIA NERVIOSA consiste en:

  • No te sientes cómodo/a con tu cuerpo, has pensado en ponerte a dieta. Sin embargo, te ves incapaz de llevarla a cabo y cada vez sientes más la necesidad de comer, incluso alimentos de altas calorías (dulces, golosinas…).
  • Cuando sientes esa necesidad imperiosa de comer lo haces de forma descontrolada, llegando a comer grandes cantidades y lo haces a escondidas.
  • Como te sientes tremendamente culpable después de estos episodios, te provocas el vómito para “compensar”.
  • Cada vez tienes que vomitar con más frecuencia porque tu cuerpo te pide más y más comida. Pero no pierdes el peso que quisieras y, además, las secuelas de tanto vomitar se están haciendo notar (garganta irritada, señales en los dedos de la mano, dientes afectados, incluso a veces sangras cuando vomitas).

Lo que puedes hacer para prevenir este tipo de enfermedades es:

  • Ten muy presente que para que tu cuerpo y tu cerebro funcionen bien, necesitan nutrirse adecuadamente. De lo contrario, no podrás hacer una vida normal de un/a chico/a de tu edad.
  • Tú ya eres valioso/a por el mero hecho de existir. Tus padres tienen hacia ti un amor incondicional y aunque tengas defectos, no olvides que también tienes virtudes. Como cualquier persona.
  • No te compares con nadie. Es posible que haya chicos/as más guapos/as o esbeltos/as que tú pero tú no sabes qué tipo de problemas o dificultades atraviesan. Lo más importante es aprender a ser buena persona y cultivar valores que nos hagan sentir bien, tales como la solidaridad, el respeto y la tolerancia.
  • El ejercicio físico, además de mantenernos sanos, promueve nuestra salud mental. A pesar de ello, cuando nos sentimos mal con nuestro físico puede agravar nuestro malestar y mantener otros problemas. Ante esta posibilidad, deberemos contar con el asesoramiento de un profesional de la salud mental para que nos guíe sobre cómo nos puede afectar practicarlo.

Si te encuentras en cualquiera de estos casos que hemos descrito anteriormente:

  • Tienes que hablar con tus padres. Es posible que, en un principio, sientas miedo, vergüenza o pienses que no te van a entender. Sin embargo, aunque puedan asustarse cuando se lo cuentes, ellos son quienes mejor pueden ayudarte. No olvides que son los encargados de velar por tu bienestar y protección y quienes mejor pueden enfrentar contigo el problema. Además, tienes que saber que el papel de la familia es fundamental en la curación de este tipo de trastornos.
  • No es culpa tuya estar pasando por esto. Debajo de este tipo de problemas existe una gran auto exigencia y un fuerte afán de perfeccionismo. Por eso, necesitas aprender a valorarte en la medida que mereces y a dejar de hacerte daño a ti mismo/a. Esto no vas a conseguirlo tú solo/a, sino que necesitas la ayuda de profesionales de la Salud Mental (psicólogos y psiquiatras).
  • Tus padres te tienen que acompañar al Médico de Familia (Médico de Cabecera de la Seguridad Social) o al Pediatra, según tu edad. Ambos valorarán tu caso, harán un diagnóstico preciso del trastorno y recomendarán un tratamiento a seguir. Tal vez tengan que derivarte a Salud Mental. No te asustes, el psicólogo y psiquiatra son dos profesionales más que han visto muchos casos como el tuyo y saben cómo ayudarte. Piensa, sobre todo, que NO ESTÁS SOLO/A y que hay mucha gente de tu edad con este problema, el cual tiene solución si tú te lo propones.
  • También puedes buscar apoyo en el centro escolar al que acudes. El/la tutor/a y el/la psicólogo/a orientador/a pueden apoyarte mucho. Estos/as profesionales están para ayudar a los/as alumnos/as que tienen dificultades académicas y también para los/as que necesitan apoyo emocional.

GUÍA SOBRE MALTRATO PARA PROFESIONALES

El/la niño/la no sabe defenderse ante las agresiones de los adultos y no suele pedir ayuda. Esto le sitúa en una posición vulnerable ante un adulto agresivo y/o negligente. Los/as niños/as que sufren maltrato tienen múltiples problemas en su desarrollo evolutivo, déficits emocionales, conductuales y socio-cognitivos que le imposibilitan un desarrollo adecuado de su personalidad. De ahí la importancia de detectar cuanto antes el maltrato y buscar una respuesta adecuada que ayude al/la niño/a en su desarrollo evolutivo.

El maltrato físico es cualquier tipo de acción, realizada conscientemente o no, por parte de los adultos responsables del cuidado y protección del menor que le cause un daño físico o le ponga en riesgo de padecerlo. Para ser considerado maltrato, no debe ser un hecho aislado, sino una situación que se produzca con frecuencia.

El maltrato psicológico es cualquier acción producida por los adultos responsables de velar por el cuidado y bienestar del menor en la que pueda existir violencia verbal contra el mismo, que se evite cualquier tipo de contacto con él/ella o que haya una ausencia total de respuesta a sus expresiones y necesidades emocionales. Al igual que ocurre con el maltrato físico, para ser considerado como tal, debe ser una situación que se mantiene en el tiempo y no un hecho aislado.

Para los profesionales que trabajáis con niños/as (profesores, psicólogos, trabajadores sociales, pediatras…), es importante estar alerta ante señales como estas:

  • Señales físicas repetidas (hematomas, magulladuras, quemaduras…)
  • Niños/as que van sucios, malolientes, con ropa inadecuada, etc.
  • Cansancio o apatía permanente (se suele dormir en el aula)
  • Cambio significativo en la conducta escolar sin motivo aparente
  • Conductas agresivas y/o rabietas severas y persistentes
  • Relaciones hostiles y distantes
  • Actitud hipervigilante (en estado de alerta, receloso)
  • Conducta sexual explícita, juego y conocimientos inapropiados para su edad
  • Evita ir a casa y pasa más tiempo del habitual en el colegio, patio o alrededores
  • Tiene pocos amigos en el colegio
  • Muestra poco interés y motivación por las tareas escolares
  • Falta a clase de forma reiterada sin justificación
  • Retrasos en el desarrollo físico, emocional e intelectual
  • Falta de cuidados médicos básicos

Es importante tener en cuenta que estos indicadores nos pueden ayudar en nuestra observación, sin embargo por sí solos no son suficientes para demostrar la existencia de maltrato sino que, además, debemos considerar la frecuencia de las manifestaciones, cómo, dónde y con quién se producen.

Respecto a la prevención del maltrato infantil, los centros escolares y las instituciones públicas, pueden realizar escuelas de padres que ayuden a los/as padres/madres a darse cuenta de qué acciones ayudan a su hijo/a a crecer positivamente y cuáles le perjudican y dañan en su evolución como persona. Los/as padres/madres que ejercen algún tipo de maltrato, no suelen ser conscientes de ello y necesitan el apoyo y ayuda de profesionales especializados para cambiar su relación con sus hijos/as.

Cualquier profesional que trabaje con menores (profesores/as, médicos/as, educadores/as…) y detecte una situación de maltrato, está obligado a ponerlo en conocimiento de las autoridades competentes en materia de menores (Servicios Sociales de la Zona y Policía si en ese momento el/la menor presenta lesiones).

GUÍA SOBRE MALTRATO PARA PADRES

El maltrato físico es cualquier tipo de acción, realizada conscientemente o no, por parte de los adultos responsables del cuidado y protección del menor que le cause un daño físico o le ponga en riesgo de padecerlo. Para ser considerado maltrato, no debe ser un hecho aislado, sino una situación que se produzca con frecuencia.

El maltrato psicológico es cualquier acción producida por los adultos responsables de velar por el cuidado y bienestar del menor en la que pueda existir violencia verbal contra el mismo, que se evite cualquier tipo de contacto con él/ella o que haya una ausencia total de respuesta a sus expresiones y necesidades emocionales. Al igual que ocurre con el maltrato físico, para ser considerado como tal, debe ser una situación que se mantiene en el tiempo y no un hecho aislado.

El maltrato puede ser de tres formas:

  • POR ACCIÓN: maltrato físico y/o psicológico, abuso sexual, explotación laboral, abuso pedagógico y maltrato institucional.
  • POR NEGLIGENCIA: desatención de las necesidades del menor y los deberes de protección u ofrecer un cuidado inadecuado.
  • POR OMISIÓN: abandono (grado máximo en que un menor puede estar desatendido, tanto a nivel físico, sin proporcionarle comida ni cubrir sus necesidades materiales como a nivel afectivo). Maltrato emocional por omisión, al no atender las necesidades emocionales y psicológicas de los menores.

Todas estas formas de maltrato tienen serias repercusiones y consecuencias tanto a un nivel físico como psicológico y de desarrollo de los menores. Los niños/as que crecen siendo maltratados pueden crecer con serias carencias, que si no son detectadas y paliadas, pueden acarrear serias dificultades en su vida futura.

Para la prevención del maltrato, es importante buscar herramientas que pueden ayudaros a prevenir situaciones de riesgo en un futuro, o intentar incidir en esas situaciones si se están produciendo, de manera precoz; por lo que consideramos importante que los padres y las madres conozcáis qué se entiende por maltrato psicológico y físico a menores, sobre todo de cara a reflexionar y evitarlo.

Si identificas que puedes estar produciendo algún tipo de situaciones como las descritas y no puedes dejar de hacerlo aunque sabes que estás perjudicando a tus hijos/as, es muy importante que pidas ayuda a los organismos competentes. En tu municipio puedes acudir al centro de Servicios Sociales más próximo y pedir ayuda al respecto. Existen recursos gratuitos de Orientación Familiar que están gestionados por profesionales (psicólogos, trabajadores sociales, mediadores…), que ayudan a las familias que tienen dificultades de relación entre sus miembros.

Por otro lado, cualquier adulto conocedor de una situación de riesgo para un/a menor, está obligado a ponerlo en conocimiento de las autoridades competentes en materia de menores. En esos casos, bien podemos acudir a los Servicios Sociales de la Zona en que vive el menor para informar a estos profesionales,  o si el maltrato se está produciendo en ese momento, llamar a la Policía.

GUÍA SOBRE MALTRATO PARA MENORES

El maltrato físico es cualquier actuación, hecha a posta o no, por parte de los adultos responsables de tu cuidado y protección que te haga daño o te ponga en riesgo de que te ocurra algo grave. Es importante tener en cuenta que la acción no es un hecho aislado, sino que esta situación se da con frecuencia.

El maltrato psicológico es cualquier acción en la que se te hable de manera despectiva, te insulten o no te hagan caso. Estas situaciones están provocadas por los adultos responsables de tu cuidado y protección y no es algo que se haya dado sólo en una ocasión, sino que ocurre con relativa frecuencia.

Tienes que saber que estás ante una situación de maltrato (físico o psicológico) cuando te ocurren cosas como:

  • Tu padre, tu madre o algún miembro de tu familia te pegan, no se ocupan de cubrir tus necesidades básicas de alimento, comida y cuidado o no permiten que te relaciones con tus iguales.
  • No te escuchan cuando quieres contarles algo importante para ti o no dejan que expreses tus sentimientos o emociones.
  • A veces puede ocurrir que en el colegio algún/a profesor/a te agreda, te ignore o te humille delante de tus compañeros y lo hace de manera frecuente.

Es importante que tengas muy en cuenta que:

  • Nadie tiene ningún derecho a insultarte, pegarte, aprovecharse de ti o rechazarte y, en definitiva, a tratarte mal. Tú mereces ser tratado/a con respeto. Pide ayuda si alguien en quien confíes te trata mal y no puedes solucionarlo por ti mismo (padres, profesores, algún familiar cercano…).
  • Tienes todo el derecho a recibir cuidados, cariño, protección y ayuda cuando lo necesites. Cuando no sea así, cuéntalo.
  • Tus opiniones y sentimientos son importantes, pide que te escuchen si no lo hacen. Necesitas sentirte querido y aceptado para poder crecer y evolucionar como persona.

Si en algún momento te encuentras ante una situación como las que te hemos descrito:

  • Cuéntaselo a personas adultas de tu entorno en quienes confíes (padres, profesores, familiares cercanos, vecinos…) Ellos te ayudarán a buscar soluciones.
  • Existen profesionales a los que puedes recurrir para cambiar la situación de maltrato que estés viviendo. Necesitarás el apoyo de un adulto de tu confianza para acceder a ellos. Por eso tienes que contarlo.
  • El maltrato, ya sea físico o psicológico, es delito y se puede denunciar. Si el maltrato físico te ha dejado marcas, es importante que puedan verte en un centro médico y te hagan un parte de lesiones con el que acudir a denunciar en la comisaría más cercana. Es importante que para hacer esto, pidas que te acompañe un adulto de tu confianza o tus padres. Aunque el maltrato psicológico es más difícil de demostrar, se puede hacer. Pide apoyo a los adultos de tu entorno para que te digan cómo buscar soluciones.

GUÍA SOBRE LAS RELACIONES PERSONALES PARA PROFESIONALES

En la familia se establecen los vínculos afectivos más sólidos, donde se cubren las necesidades y cuidados básicos y se ofrece protección. También es en la familia donde se transmiten conocimientos, valores, actitudes, normas y estilos de comunicación.

Educar es un proceso de interiorización individual de un conjunto de conceptos, valores, normas, actitudes y procedimientos que el individuo recibe de distintos agentes socializadores (familia, escuela, amigos, medios de comunicación…) Este proceso es dinámico y continuo a lo largo de toda la vida. En este sentido EDUCAR ES PREPARAR PARA LA VIDA.

Para los profesionales que trabajáis con padres y con hijos/as (profesores, educadores, psicólogos, pedagogos…), es importante, principalmente, transmitir a los padres lo importantes que son en la vida de sus hijos/as. Y a los/as hijos/as que, a pesar del distanciamiento en determinadas etapas, los padres siguen queriéndoles de manera incondicional. Hay etapas en que la relación entre padres e hijos se enturbia y se llena de conflictos. Estas situaciones hacen perder de vista, en la mayoría de los casos, que lo más importante es afianzar los lazos afectivos entre los miembros de la familia, tengan la edad que tengan y confirmar lo importantes que son los unos para los otros.

En este sentido, es importante que los profesionales a los que acuden los/as padres/madres, y también los/as hijos/as ante un conflicto que no saben cómo solucionar, tengáis en cuenta una serie de cuestiones básicas:

  • En primer lugar, hay que tratar de desculpabilizar a los padres. Cuando acuden a pedir ayuda, lo hacen, generalmente, después de haber agotado otras vías y de llegar a la conclusión de que “no lo están haciendo bien como padres” y que en algo han debido equivocarse. Recibir apoyo en este sentido y hacerles ver que no hay padres perfectos y que ellos lo han hecho lo mejor que han podido dentro de sus circunstancias, les quita un enorme peso de encima y les prepara para estar abiertos a recibir información para entenderse con sus hijos/as.
  • Es bueno invitarles a participar en “escuelas de padres”, ya que estos espacios son muy útiles para conocer una amplia variedad de experiencias de paternidad y maternidad que puedan contrastar con las suyas propias. Además, tendrán la agradable y tranquilizadora sensación de que no son los únicos padres que a veces se sienten perdidos.
  • El profesional debe centrarse en dar confianza y reforzar sus capacidades para que puedan afrontar más positivamente las situaciones de la vida cotidiana optimizar y potenciar su labor educadora.
  • Hay que enfatizar su autonomía en los comportamientos y decisiones que inciden en el desarrollo y educación de sus hijos.
  • Es importante resaltarles que la tarea de ser padres no se improvisa pero tampoco puede seguir un guión preestablecido. Más bien es una práctica dinámica que se va construyendo continuamente en la medida en que se modifican algunos aspectos y otros permanecen un tiempo relativamente estables hasta que se revisan nuevamente.
  • A los/as hijos/as es necesario transmitirles que la etapa en que están es de crecimiento a todos los niveles. Es importante no aislarse ante cualquier preocupación. Compartirlo con los/as amigos/as más íntimos o con adultos de confianza (padres/madres), hará la carga menos pesada.
  • Tienen que saber que para sus padres/madres también es difícil esta etapa. Para ellos es también complicado “dejarles ir” y darse cuenta de que sus niños/as ya no les necesitan como antes. Al menos, no de la misma manera. Este planteamiento ayuda a acercar posturas.
  • Los padres siguen siendo muy relevantes en su vida porque son ellos quienes mejor pueden ayudar a buscar alternativas de solución ante cualquier problema. Aunque sepan que se llevarán una bronca, siempre es mejor contar la verdad porque pasado el primer momento, sus padres estarán ahí siempre.
  • Si quieren que se les trate como alguien que está creciendo y empieza a ser autónomo/a, tiene que demostrar que es así y que es capaz de cuidar de sí mismo. Tiene derechos pero también deberes.

GUÍA SOBRE LAS RELACIONES PERSONALES PARA PADRES

Las relaciones personales se aprenden, sobre todo, en el entorno familiar. Los/as niños/as tienen como modelos de relación y comunicación a sus padres y es a través de vosotros como aprenden a desenvolverse con el mundo.

La familia supone un entorno afectivo en el que los/las hijos/as pueden aprender distintas formas de comunicarse y relacionarse con los demás, trasmitir y recibir afectos, experimentar emociones y aprender a canalizarlas. También es un espacio en el que se puede aprender el valor de la convivencia, negociar para conseguir cosas, cooperar, compartir, solucionar dificultades… Así como un lugar de preparación para lograr la adaptación del individuo a la sociedad a través del aprendizaje de valores, normas y comportamientos.

Ser padres es una tarea evolutiva que enriquece nuestra vida de adultos, nos ayuda a madurar, nos conecta con nuestro pasado familiar y crea una continuidad y un sentido de proyección de futuro a nuestra existencia.

Hay etapas en la vida en que la convivencia familiar se hace más complicada. Una de estas etapas es la Adolescencia. Cuando vuestros/as hijos/as llegan a esta etapa es importante que sepáis que LA ADOLESCENCIA es una etapa complicada en la vida de cualquier persona. Es un momento en que el individuo necesita rebelarse contra aquello que hasta ese momento se ha dado por sentado en su mundo, tal como normas, valores… y, por supuesto, los padres, ya que representáis las figuras de autoridad de más referencia para él/ella. Esto es así porque está formando su propia personalidad y, para ello, necesita distanciarse afectivamente de sus figuras de referencia. Sin embargo, en esta etapa los/as  hijos/as os necesitan, igual que en anteriores etapas, y necesitan seguir sabiendo que son relevantes para vosotros y que seguís queriéndoles y protegiéndoles. Incondicionalmente. En estos momentos la familia sigue ocupando un lugar importante, sin embargo, las relaciones con los amigos cobran un especial protagonismo. Vuestro/a hijo/a necesita tanto a los/as amigos/as como a vosotros aunque por distintas razones y con distinta intensidad.

Es esta etapa de la Adolescencia en la que experimentaréis más desasosiego ante el comportamiento de vuestros/as hijos/as. Habrá momentos, en que vuestros hijos/as adolescentes tengan comportamientos que os alteren o despierten vuestras alarmas.

Comportamientos tales como:

  • Prefiere pasar mucho tiempo solo en su habitación a compartir momentos en familia. Cierra su puerta e incluso, puede llegar a poner en ella un cartel que diga: “NO PASAR”.
  • Muestra conductas de descuido como dejar sus cosas por medio, no recoger su habitación aunque diga que va a hacerlo o no colaborar en tareas domésticas como lo hacía de pequeño/a. Incluso, puede descuidar su higiene personal.
  • Tiende a no contar nada relacionado con su vida. Si le preguntamos, responde con evasivas o con monosílabos.
  • Parece que esté constantemente pensando en “sus cosas” y no nos escuche.
  • Hay días en que se muestra contento/a y animado/a y, de pronto, hay otros en que parece que le hubiera sucedido algo muy negativo/a. Pero si le preguntas, te dirá que son cosas suyas.
  • Cualquier acontecimiento relacionado con su mundo (amigos, relaciones sentimentales…) lo vive con mucha intensidad. Tanto si es positivo como si lo es negativo.

Como normas generales, para ayudar a que vuestro/a hijo/a se desarrolle adecuadamente y que acuda a vosotros ante dificultades, tened en cuenta que:

  • Pensad que esta etapa es pasajera y que vuestro/a hijo/a está creciendo. Para ello, necesita este distanciamiento que ahora vivís con tristeza y miedo. En estos/as momentos/as necesita distanciarse emocionalmente de vosotros, pero os sigue necesitando.
  • Es importante que cuando le pongáis normas que cumplir o límites que no podrá saltarse, sean claros y consensuados por ambos padres. Así mismo, también es necesario que sepa qué consecuencias tendrá si no cumple con esas normas o límites. Actuando así le ayudáis a que llegue a convertirse en un adulto independiente y responsable. Además, le demostráis que os importa.
  • Tratad de dejarle muy claro, sobre todo con vuestra conducta más que a través de “charlas” que hay cuestiones negociables y otras que no lo son. Sobre todo aquellas que tengan que ver con su seguridad y bienestar.
  • Aunque se muestre más reacio/a a vuestras manifestaciones de afecto, hacedle saber a través de vuestros gestos que le queréis y que vais a estar ahí siempre que os necesite.
  • Aceptad sus sentimientos y respetad su deseo de intimidad. Es una necesidad que tienen en este momento para poder “colocar” todo el barullo de sentimientos y sensaciones que están viviendo. No lo viváis como una muestra de alejamiento hacia vosotros, sino como una época de transición. Más adelante volveréis a “recuperar” a vuestro/a hijo/a.
  • Enseñadle a ser respetuoso con todos los miembros de la familia y mostraos también respetuosos con él/ella. No utilicéis las descalificaciones o insultos como herramienta para comunicaros con él/ella. Y si en algún momento lo hacéis, disculpaos por ello. Así le daréis ejemplo y se sentirá más cercano a vosotros emocionalmente.
  • Es importante que razonéis con él/ella las consecuencias de sus decisiones, pero si no son peligrosas, la mejor manera de que aprenda es dejándole equivocarse. No uséis nunca el “ya te lo dije”, sino mostraos accesibles si os necesita.
  • Es fundamental que fomentéis en vuestro/a hijo/a un estilo de vida sencillo que se base en el ser y no en el tener, para no llegar al consumismo imperante en nuestra sociedad.
  • Controlar y supervisar las conductas de vuestros/as hijos/as adolescentes es necesario, pero no lo es hacerlo con actitud inquisidora o sobreprotectora. Eso enturbia el clima de comunicación familiar.
  • Depositad confianza en ellos/as. Transmitid que les consideráis responsables. Con esto facilitaréis que confíen en sí mismos y que os devuelvan esa confianza.
  • Buscad momentos positivos, tranquilos o de sentido del humor que compensen otros que puedan ser más difíciles. Procurad que no se alargue un clima familiar negativo provocado por discusiones sobre normas y límites. Dad el paso hacia un acercamiento si ellos/as no lo dan.
  • Es importante que les habléis de los riesgos y cómo prevenirlos sin alarmar o prohibir, ya que de hacerlo así, empeoraría vuestra relación con ellos y no evitaría que hicieran algo que ya tienen decidido hacer.

Si a pesar de todo lo anteriormente mencionado, consideráis que la situación con vuestro/a hijo/a adolescente se os escapa de las manos, sabed que hay recursos gratuitos de Orientación Familiar que ayudan a las familias que tienen dificultades de relación entre sus miembros. Podéis informaros al respecto a través de los centros de Servicios Sociales de vuestro municipio.

GUÍA SOBRE LAS RELACIONES PERSONALES PARA MENORES

Una relación es una situación de trato, convivencia, información y comunicación que se establece entre dos personas; independientemente de quiénes sean (padres, amigos, hermanos…).

Aprendemos a relacionarnos con los/as demás en la familia. Es nuestro primer escenario en el que nos comunicamos con nuestros padres y hermanos/as.

Es importante sentirse bien dentro de la familia, ya que todos necesitamos una referencia estable con la que contar en cada momento y, sobre todo, cuando tenemos algún problema. Así mismo, también es importante para ti, sobre todo en esta etapa de tu vida, sentir que perteneces a un grupo de amigos/as.

Queremos que tengas muy presente que la ADOLESCENCIA es un momento de la vida en que tienen lugar cambios a muchos niveles (físicos, psicológicos, de sensaciones…). Sientes la necesidad a veces de aislarte del mundo que te rodea y dedicarte sólo a tus pensamientos, fantasías e intereses.

Esta actitud, los padres a veces la viven como un alejamiento tuyo hacia ellos y puede darse un distanciamiento en la comunicación entre padres e hijos. Es precisamente en este momento en el que hay que tener muy presente qué se puede hacer para favorecer un clima de confianza.

Aunque tengas la necesidad de distanciarte físicamente de tus padres, sigues necesitando saber que van a estar ahí cuando les necesites y que vas a poder contar con ellos.

A pesar que haya días en que ni tú mismo/a sabes qué te está pasando y creas que sólo van a entenderte tus amigos/as, para tus padres es importante saber que sigues necesitándoles y teniéndoles en cuenta.

Te das cuenta de que pueden existir problemas en la de comunicación:

  • Discutes con tus padres casi a diario y con mucha frecuencia por cuestiones que hace un tiempo no eran tan importantes.
  • Sientes que tus padres, de pronto, están en tu contra. No se dan cuenta que eres mayor y que tienes derecho a pedir nuevas libertades.
  • Con frecuencia tienes la sensación que tus padres ya no te quieren como cuando eras pequeño porque no haces lo que ellos quieren. Y eso te hace estar siempre a la defensiva con ellos.
  • Te sientes diferente a los/as demás. Crees que los problemas que tienes, sólo los tienes tú y a nadie más le ocurre eso.
  • Tienes la sensación que tus amigos/as no cuentan contigo para hacer planes. Tienes sentimientos de soledad.
  • Es frecuente que te cueste confiar en la gente que te rodea. Piensas que van a contar aquello que tú guardas sólo para ti. Por tanto, tiendes muchas veces a aislarte.

Para que exista un buen ambiente de comunicación en la familia, cada miembro debe aportar su “granito de arena”. Tú puedes hacerlo teniendo en cuenta que:

  • Todos los miembros de la familia se merecen respeto.
  • Es importante saber ponerse en el lugar del otro para entender lo que nos está diciendo y lo que está sintiendo en esa situación (es lógico que tus padres se preocupen si has llegado tarde y no les habías avisado). Para ellos también es duro ver que ya no cuentas con ellos como lo hacías antes y, sobre todo, tienen miedo a que te puede suceder algo malo.
  • ¡Comunícate con tus padres desde el respeto. Pide pero no exijas. Recuerda que si quieres que te traten como alguien que está creciendo y madurando, debes demostrar que es así. Pídeles que sean claros respecto a lo que esperan de ti para evaluar juntos si es posible cumplirlo.
  • Demuestra que eres capaz de cuidar de ti mismo/a, que eres responsable con tus obligaciones y que te sabes divertir sin hacerte daño. De esta manera, tus padres se relajarán al ver que no es tan fácil que te ocurra nada malo y que, de ser así, ellos se enterarían por ti.
  • Interésate por lo que pasa en la vida de los distintos miembros de la familia. Así todos sentirán que son importantes para ti y también lo harán contigo (¿seguro que sabes de verdad a qué se dedica tu padre o qué ocupación tiene tu madre?).
  • Todas las relaciones necesitan tiempo para desarrollarse y mantenerse de forma satisfactoria. No es necesario una gran cantidad de horas pero sí que ese tiempo sea de calidad.
  • Nunca hagas o digas nada a los/as demás que no te gustaría que te hicieran o te dijeran a ti.
  • Muestra siempre respeto hacia la otra persona cuando hable. No anticipes lo que va a hacer, sentir o pensar y deja que se exprese.
  • Aprende a expresarte desde los sentimientos sin culpar a los demás por lo que te está sucediendo. Si no contamos lo que nos pasa, los demás no tienen por qué saberlo. Las soluciones se encuentran mejor cuando todos/as nos sentimos tenidos en cuenta.
  • Normalmente, si hablamos de lo que nos preocupa con alguien con quien tenemos cosas en común, es más probable que esa persona también se sincera con nosotros y nuestros problemas no pesarán tanto.
  • Las cuestiones que te resultan tan preocupantes no sólo te suceden a ti. Si eres capaz de compartirlas, verás que no estás tan solo/a como creías.

Si tienes problemas para comunicarte con los demás, ya sea en casa, en tu centro escolar o con tus amigos/as, es importante que te apoyes en algún adulto de tu entorno que te pueda ayudar a ver aquello que no estás viendo o a actuar de la manera más adecuada.

Puedes acudir a tus padres, a tus hermanos/as mayores y también en el centro escolar al que acudes, a tu tutor/a y al/la psicólogo/a orientador/a. Estos/as profesionales están para ayudar a los/as alumnos/as que tienen dificultades académicas pero también para apoyar a los/as que se sienten mal emocionalmente.