Se reduce el porcentaje de las víctimas adolescentes que son conscientes de estar sufriendo violencia de género

Como recoge el Informe sobre Violencia de género del teléfono/ Chat ANAR 2021, realizado por el Centro de Estudios e Investigación de la Fundación ANAR, en 2021 se recibieron a través de sus Líneas de Ayuda 10.798 peticiones de ayuda motivadas por violencia de género, de las que 5.410 fueron consultas de orientación especial (que requieren por parte de nuestro equipo multidisciplinar de una valoración y orientación psicológica y/o de una valoración y asesoramiento de carácter jurídico y/o social. En la mayoría de los casos, estas orientaciones conllevan la derivación a un recurso externo). Esto supone un incremento del 49,9% con respecto a 2020.

Sobre el total de consultas de orientación especial, la violencia de género se estaba produciendo en el entorno familiar en 4.863 consultas, lo que representa el 89,9% y en las 547 restantes (10,1%) es una adolescente quien está sufriendo la violencia de género por parte de su pareja o expareja sentimental. En el 85,9% de estos casos las consultas las realizó una persona adulta procedente del entorno familiar de las víctimas. Más en concreto, la Fundación ANAR ha podido observar que, en más de la mitad de los casos (un 62,6%), quien busca ayuda es la propia madre de la adolescente, y en un 13,6% es el padre de la misma. 

Perfil de víctima y agresor

El mayor número de casos atendidos se concentra en adolescentes con edades comprendidas entre 15 y 17 años (81,6%). En consecuencia, la edad media de la víctima se sitúa en los 15,6 años. No podemos dejar de destacar que el número de consultas de adolescentes de entre 11 y 14 años representa un 16,9% de los casos atendidos. En estas consultas se tratan situaciones de mayor vulnerabilidad, debido a la temprana edad de las víctimas.

En cuanto al agresor, en los casos de violencia de género hacia una mujer menor de edad, destacamos que en el 57,4% de los casos se trata de su novio o pareja actual y en un 42,6% de su expareja.

Respecto a la edad del agresor que se identifica en este tipo de violencia de género, en la mayoría de los casos (44,4%) este es mayor de 18 años. En un 42,4% de los casos se identifica al agresor como un varón menor de 18 años y en un 13,2% no se pudo precisar su edad. Asimismo, cabe destacar que el rango de edad de los agresores identificados por la menor adolescente oscila entre los 12 y los 36 años, apreciándose un preocupante aumento respecto al año 2020, en que la edad de los agresores identificados no superó los 33 años.

En el 43,6% de los casos atendidos en 2021, la adolescente no reconoce estar siendo víctima de este tipo de violencia. No obstante, en una proporción ligeramente mayor (46,9%), la adolescente sí identifica como tal  la situación que está viviendo; parece reconocerse a sí misma como víctima, e incluso puede llegar a conocer el ciclo en el que esta violencia se desarrolla y está dispuesta a dar algún paso para resolver su situación. Los datos analizados reflejan que en el último año ha disminuido considerablemente el porcentaje de víctimas que son conscientes de la violencia que sufren (67,4% en 2020).

Ciberacoso y violencia de control

Los agresores han visto nuevas posibilidades para ejercer el control y expresar su agresividad por medio del ciberacoso: una invasión en la vida cotidiana de la víctima utilizando la tecnología, especialmente la telefonía móvil, WhatsApp, las redes sociales e Internet. Este tipo de acoso es repetitivo, no consentido y utiliza estrategias vejatorias que afectan a la privacidad e intimidad de las víctimas. Este acoso se dirige además a una audiencia más o menos numerosa y el acosador puede ocultar su identidad.

El ciberacoso produce enorme daño sobre la imagen pública de la víctima menor de edad, que todavía está formando su personalidad. A partir de los datos obtenidos a través de las Líneas de Ayuda ANAR, cabe señalar que en casi siete  de cada 10 casos (68,1%) la violencia también se ejerce a través de las tecnologías, una cifra que se mantiene estable con respecto a 2020 (67,4%).

El agresor busca ejercer el control sobre la víctima limitando su uso de las tecnologías, lo que provoca aislamiento social y tiene consecuencias psicológicas como miedo, culpabilidad, vergüenza… que consiguen paralizarla.

Dentro del ciberacoso se incluyen también otras conductas violentas como insultos, amenazas y chantaje emocional. Es frecuente que el agresor pida fotos íntimas (sexting) como “prueba de amor” o demostraciones de confianza que pueden desembocar en su difusión sin el consentimiento de la víctima (sextorsión).

Intención de denunciar

En el 19,5% de los casos se observa una intención firme de denuncia. En un 8,7% nos encontramos ante casos en los que el proceso judicial ya está empezado en el momento de la consulta, incluso, en el 4,5% de los casos recogidos este último año habían sido judicializados. No obstante, en la mitad de las consultas recibidas (50,4% de los casos) ni la víctima ni sus familiares han denunciado esta situación ni presentan intención firme de hacerlo.

En un 79,3% de las consultas, el orientador/a del Teléfono/Chat ANAR derivó a la menor de edad a un recurso del ámbito social y en el 80,8% a un recurso del ámbito jurídico, o se le proporcionó información de carácter legal específica.

Tipo de violencia

La violencia psicológica está presente de forma explícita en el 92,5% de los casos. Actos como el control o los celos son interpretados como demostraciones de amor y confianza en la pareja. Les resulta difícil discriminar y tomar conciencia de que los insultos, el control, el chantaje y las amenazas sean ejemplos de violencia.

El segundo tipo de violencia que se ha visto en mayor número de consultas de orientación especial es el de violencia social, que se produce en un 73,1%. Conductas como la de aislar a la adolescente de amigos y familiares, el control de sus actividades o el ejercicio de la violencia en presencia de otras personas han sido muy frecuentes en los casos estudiados. Las consecuencias más habituales de este tipo de violencia son las de alejar a la víctima de su entorno, así como la humillación y la demostración de poder en presencia de los demás y generar de esta manera emociones de vergüenza, soledad, dependencia y miedo. Este tipo de violencia ha aumentado en el último año (67,0%).

En casi la mitad de los casos (46,4%) se ha descrito la presencia de violencia física.

La violencia sexual está presente en un 33,7% de las situaciones. Es una forma de violencia difícil de visibilizar, ya que algunas conductas como la presión o el chantaje hacia la pareja para mantener relaciones sexuales se “normalizan”, de modo que las víctimas solo son conscientes cuando se producen una agresión sexual o forcejeos previos con violencia, sin su consentimiento. Se observa un preocupante incremento de este tipo de violencia contra las adolescentes en el último año (28,2% en 2020).

La violencia contra los derechos sexuales consiste en la prohibición de acceder a un centro de atención a la salud sexual y reproductiva, a usar anticonceptivos u obligarla a abortar. Este tipo de violencia ha sido detectada en un 9,0% de los casos analizados.

En cuanto a la violencia económica, solo está presente en el 5,7% de los casos donde la adolescente está sufriendo violencia de género ya que en la mayoría de las llamadas al Teléfono/Chat ANAR la adolescente no convive con el agresor, ni comparten una economía común.

Por último, hemos detectado un 21,9% de casos en los que se daba algún tipo de violencia ambiental. Se trata de conductas explosivas que generan miedo, sumisión y sufrimiento en la mujer víctima, aunque no se realicen sobre ella ni su cuerpo, sino sobre lo que le rodea y es importante para ella. Algunos ejemplos son: destruir intencionadamente sus objetos personales para causarle dolor, golpear las puertas, ventanas u otros objetos de la casa en medio de las discusiones, conducir de forma temeraria con ella o sus hijos e hijas, etc.

La principal consecuencia que se detecta en las víctimas desde el Teléfono/Chat ANAR es la presencia de problemas psicológicos (59,4%), entre los que podemos destacar: tristeza (12,8%), ansiedad (11,7%), miedo (10,2%), aislamiento (5,3%), baja autoestima (4,9%), autolesiones (4,1%) e ideación/intento de suicidio (3,8%).

Violencia de larga duración

En el 44,4% de las consultas, la violencia de género contra la menor de edad se produce desde hace más de un año, es decir, se trata de una situación de larga duración. En otro 44,4% de las consultas se produce desde hace algo menos de un año, pero más de un mes. La comparación con 2020 revela una mejoría en el margen de petición de ayuda.

Las agresiones se producen diariamente en un 58% de las consultas de orientación especial, mientras que en un 9,7% la violencia tiene una periodicidad semanal, en el 15,4% es ocasional y en un 7,7% puntual.

En un 6,5% de los casos nadie conocía la situación de violencia de género antes de que la adolescente contactara con ANAR.

Las Líneas de Ayuda ANAR son gratuitas, confidenciales, funcionan las 24 horas del día los 365 días del año y están atendidas por psicólogos, abogados y trabajadores sociales especializados en la atención a la infancia y la adolescencia.  

Testimonios

En este año 2021 nos vuelve a llamar la atención la gravedad de los casos atendidos y cómo, a pesar de toda la información existente en las diferentes campañas, las adolescentes siguen protagonizando situaciones de violencia de género donde en algunas de las ocasiones no son conscientes de su situación y llegan a justificar al agresor por sus actos, como muestran los siguientes testimonios que han sido anonimizados para garantizar su confidencialidad:

“Cuando le insulta, le dice: “eres una guarra, una puta, sois todas iguales”. Se inventa que ha estado ligando con otros chicos, le bloquea el WhatsApp para que no pueda hablar con él… Todo para hacerla daño”.  Amiga de una adolescente de 14 años.

“Tras una discusión en la que él estaba muy borracho, me encerró en su cuarto, me agarró del cuello y me tiró al suelo… Me puso una almohada en la cara e intentó asfixiarme. Como no podía respirar, me hizo el boca a boca. Después… intentó mantener relaciones sexuales”. Adolescente de 17 años.

En la Fundación ANAR somos conscientes de que la violencia de género en niñas y adolescentes es un problema social, y que su erradicación nos involucra a todas y todos. Es por eso, que nos ponemos a disposición de todas las víctimas menores de edad de violencia de género a través de las Líneas de Ayuda para niños, niñas y adolescentes  (900 20 20 10 y chat.anar.org), y de sus familias y los centros escolares (600 50 51 52).

Accede al Informe sobre Violencia de género del Teléfono/Chat ANAR 2021